28/12
La pregunta retumba, qué después de la muerte; uno piensa demasiado en
lo que vendrá, y se pierde, muchísimo. Se pierden momentos;
tiempo,
tiempo.
(tic,
toc)
No hay aprecio en una luz, una noche, un naranja, una calle infecunda; un
momento que resguarda más que solo personas, pasando, ignorándose. Y luego hablas del lugar y las sensaciones, y tus pasos por ellos para que los evoques tanto amor, ¿en realidad es así como
mencionas? Realmente, es el matiz que responde a tus pasos pinceles, después de
tiempo, y hay personas guardando tu rostro, seres inertes
remembrándote, preguntándose a quién deben buscar, cuna de sensación cálida, acogedora, resplandeciente; cuál es el sino de volver a
sentir lo mismo, de que se busque luego con recelo y se escuchen murmullos... abejas, seducidas por la esencia;
pienso,
no es tan difícil, es tan sencillo
como tan solo deletrear… tu nombre.
Hay días...
hay días como hoy, y pasó más que en un momento, probablemente más que
toda una eternidad, una falsa sucesión de siglos, el escepticismo deja de ser, solo
queda creer, hoy día, en milagros.
(toc,
toc)
Llaman
a tu puerta, soy yo, por ti, ¿cuándo? No hay presente, ni pasado, ni el futuro inexistente. Soy yo
(toc, toc),
con mis letras a tus brillos, con mis atrocidades a
tus bolsillos.
Nadie más
(toc, toc),
mi espacio, el entorno que hoy canta
dieciocho, el amor que no se irá en el ocaso.
Mi
lugar favorito.
Mi
lugar favorito lleva tus iniciales. Ya debería decir (...)
Pequeña
de cabellos rebeldes, ondulados al chocar en la sombra de tu cien. De caminar a
veces apresurado, otras calmado, aún más cuando tomo tu mano. De barniz de
aprendiz; ojos minimizados. Suave, cálida; de sentimientos
desiguales. Sensible, pequeña de porcelana, modesta, risueña; piel de nubes.
Voz canción de cuna, voz que encanta y perdura.
Tú,
tú…
Sigue
cantándome de la forma que desees, o yo lo haré de la manera que tú quieras;
y siempre estaremos al faro,
a una luz de tocarnos y mostrarnos.
(...) de tantas personas que nos escuchaban, al final tocó
escucharnos y palpar, sin imaginarlo, olas y olas de lo que supimos sentir y
conservar, como un vino, esperando, alterándose;
es nuestra analogía,
al final
será la reserva que tanto despertó en nosotros la codicia.
No pienses menos que en ti,
eterna.
Caminarás y serás. Te encontraré
siguiendo los pasos que al compás de lo que está pasando,
formará un sendero,
allí estarás, siempre, con la sonrisa escondida,
pero riendo,
riendo…
Feliz seas,
eterna.
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