Cartas a María (dos)
3 de enero del 2018
María,
Desde la última carta no la hemos pasado tan bien como quisiéramos, o quisieras.
Parece que la operación que le hicieron a Martín no fue tan exitosa. Seguro se le metió algo. Su brazo se volvió negro. Fue como si se hiciera de noche, pero en su cuerpo. Lentamente, poco a poco.
Nunca nos dijo nada. Fue Damián quien nos advirtió. Creo haber visto algo en su brazo, me dijo una noche antes de dormir, es como una mancha, una peste.
Al día siguiente lo confronté, casi le arranqué la ropa. Ahí nos dimos cuenta que se estaba pudriendo. Los días siguientes fueron nefastos. Hicimos todo lo posible.
Murió en Nochebuena.
Lo enterramos en Navidad.
No puedo darte los detalles. No quiero. Me duele el alma.
Damián no tiene complicaciones. Está tranquilo.
Estamos en un poblado a unos kilómetros de Jesús. Creemos que los perros de Urteaga ya dejaron de perseguirnos, pero nunca se sabe. A veces siento que los pájaros tienen cámaras o los gatos micrófonos.
Una señora nos atendió amablemente. Se llama Marcia. Tiene cuartenta y tres años. Vive sola. Nos dio comida. También ayudó con el entierro de Martín. En Navidad hizo chocolate. Es extraño, parece que nos hubiera estado esperando. Me recuerda a mamá: siempre atenta, siempre con la palabra adecuada.
A veces parecía que lloraba en las noches.
El aroma del chocolate me hizo recordar a cuando pasábamos Navidad en familia y nos abrazábamos a medianoche. Ver a tus primos abrir los regalos, regañarles por los pirotécnicos que asustaban a los animales. Bailar hasta las seis, dormir un poco y luego seguir con la fiesta.
Te extraño tantísimo.
Año Nuevo también fue un tanto triste. ¿Recuerdas cuando te abrazaba fortísimo antes de las doce y jugaba con tus labios antes de marcarte?
Todos mis recuerdos están contigo, y yo ahora estoy sin ti.
Lo que me congoja es que cuando esto termine te podré abrazar, espero.
Por la radio escuché que Urteaga está doblando el brazo, que las protestas aumentaron y ahora están organizados. Te soy sincera, me da muchísimo miedo. Ese cojudo tiene una pinta de aquellos. Siento que es una estrategia más.
Quisiera estar contigo aunque sea solo recibiendo perdigones.
Tengo un plan, espero que todo salga bien.
Carmen.
Comentarios
Publicar un comentario